Un término cada vez más frecuente, telepresencia. No, no de trata de manifestaciones de espíritus de difuntos a través de la televisión, en este caso se necesita que los participantes estén muy vivos. La telepresencia es, digamos, el hermano mayor de la videoconferencia. Implementa servicios y aumenta las posibilidades de colaboración e interacción entre los usuarios, así como mejora notablemente la calidad de la imagen a pantalla completa.

La telepresencia consiste en que uno o varios individuos puedan «manifestarse», a la vez o por separado, en cualquier lugar -siempre que en ese lugar dispongan del servicio, obviamente, de lo contrario rayaría lo paranormal y ya hemos dicho que no tiene nada que ver con velas negras o televiores que funcionan por voluntad propia-, para mantener una reunión, intercambiar archivos y documentación, asistir a un curso, impartirlo, etc.

La telepresencia dota al individuo del don de la ubicuidad. ¿Quién no ha soñado alguna vez con ello?, evitar incómodos viajes y desplazamientos, pudiendo hacer lo mismo que se haría en el viaje pero cómodamente desde el lugar que se prefiera, ahorrando en costes y, más importante aún, en tiempo. Permite la interactuación entre los distintos participantes compartiendo escritorios de forma simultánea, y amplía la experiencia audiovisual al crear un entorno virtual en el que aparecen los usuarios, es decir, como si todos estuvieran en una misma sala. Todo ello a través de una única infraestructura de control de llamada para voz y video que corre a través de una única arquitectura que ayuda a simplificar los despliegues y mejora su administración.

Además, la telepresencia puede utilizarse también desde dispositivos móviles como los tablets, añadiendo a la ubicuidad la gran ventaja de la movilidad, sin necedidad de estar anclado a un escritorio o al lugar de trabajo.

Todo ello convierte a la telepresencia en una herramienta al servicio de la colaboración entre miembros de una misma compañía o entre diferentes empresas, cuya disponibilidad se implementa a través de servicios en la nube. La telepresencia amplía las posibilidades comunicativas y la interactividad de las tradicionales videoconferencias y ofrece un servicio escalable según las necesidades que se pretendan cubrir.

Colaboración, participación, intercambio de ideas en tiempo real, ubicuidad, movilidad. Sí, esto es definitivamente Sociedad de la Información en estado puro, y nada tiene que ver con «telepresencias» paranormales.